Friday, March 26, 2010

S1m0ne


Habiendo desperdiciado cinco años en comunicación social para graduarme con honores (¿?), mi carrera me dejó amigos en el mundo del espectáculo, la farándula y las noticias. Uno de mis compañeros que llegó a una fiesta organizada tiempo después de graduarnos trabajaba en una de las emisoras de pop/rock más famosas, Radioactiva.

Durante los ochenta la SuperEstación 88,9 colonizó el FM en Bogotá. Esa música llegó tarde a nuestros diales; el pop/rock entró de manera casi clandestina por emisoras de AM tan fáciles de sintonizar como la radio Europa Libre detrás del Telón de Acero. Sólo cuando Da ya think I’m sexy de Rod Stewart y Rasputin de Bonney M sonaron hasta la saciedad y hasta una crema dental regalara el supersencillo los medios vieron que estaban perdiendo plata. 88,9 reinó hasta 1989, cuando surgió Radioactiva; para 1995 la guerra había terminado con la derrota total del pop/rock, aplastado por el cross over. Ese año nos reencontramos varios de la universidad.

Alejandro, mi amigo, llegó con una chica que yo no conocía (enfatizo el “yo”). Él trabajaba en Radioactiva, ella no era muy alta. Tenía pelo ondulado, se reía de todo. Tendría 18 años. Tenía acento costeño y había entrenado su voz para darle un curioso vibrato ronco. Vivía por épocas en Bogotá, como ahora que estaba haciendo postproducción de un disco en el cual tenía fe; después haría una gira (no había terminado el disco y ya hablaba de giras, pensé conmovido) y esperaba que fuéramos a verla. Prometimos que sí. Una hora después la fueron a recoger, nadie volvió a pensar en ella. Nunca más. ¡Ah! Un detallito: se llamaba Shakira y el álbum era Pies Descalzos.


Cuento todo esto porque luego de verme S1m0ne en 2002 me quede pensando que me consta que Shakira existe porque yo la vi en ese apartamento. Pero ¿me consta que Madonna exista? ¿O Gabriel García Márquez? ¿O Bill Gates? Debajo de su presentación sin pretensiones y haciéndonos por momentos peticiones desmesuradas. esta película no es tanto una sátira como la ocasión de preguntarnos por qué creemos.

En otras manos la película hubiera sido mejor y si no hubiera tenido a Al Pacino se hunde; necesita ocasionalmente piedad del espectador y de 1 a 10 le pongo 6 algo. Pero hay películas a las que vale la pena sumarles sus propuestas. Andrew Nicol, un fanático del paranoide universo de Philip K. Dick venía de escribir Truman Show y por querer una película más liviana, ahuyentó a sus espectadores naturales sin atraer nuevos.



Viktor Teransky (Al Pacino) es un director en decadencia con relaciones conflictivas con “el sistema”: anhela su reconocimiento pero detesta hacer películas comerciales; él anhela ese cine de de estrellas como Audrey Hepburn y de filtros de colores que deben lograr que la audiencia se pregunte lo que el director quiso decir. La película comienza con un choque humillante con su actriz protagonista y el estudio decide, en cabeza de la ex mujer de Terensky, que ya ha tenido suficiente de visión artística y lo despide.

Pero no será la última palabra. Un genio informático (asesinado por su creación, pues las radiaciones del computador le produjeron un tumor) le deja una curiosa herencia: un programa de simulación que contiene una mujer y un caudal de referencias cinematográficas para alimentar las habilidades actorales, la personalidad y rasgos físicos de la chica. Se llama SIMulation ONE o Simone. Teransky usa el programa para crear una mujer e insertarla en la cinta que le costó su trabajo.


Su actuación vuelve a Simone en una celebridad instantánea. Los grandes nombres del cine quieren trabajar con ella; todas las revistas la quieren. Superficialmente la comedia trata de los líos de Al Pacino para mantener vivo el mito sin presentarla fuera de una pantalla. Simone tiene su perfume, hace caridad en el Tercer Mundo, un concierto suyo se retransmite en las pirámides. Es nominada por dos películas al Oscar (sus contendientes tienen nombres como Corel, Mac y Lotus). Al final, Teransky ve que Simone le ha robado su vida y decide “matarla”. El final no lo cuento.

He visto informáticos clamar que Simone se ve falsa, que la película no entiende de synthespian. Que es acartonada, que el éxito que le pintan en la película es inexplicable. Es cierto, pero la película no es sobre tecnología, es una disculpa; los que alegan estas falencias quizá se preguntan por qué la kriptonita tiene una radiación específica sólo para Superman. Así como la novela total no existe, la película acerca de todo tampoco; siempre hay cosas necesarias para sentar la escena, pero la historia no trata de ellas.


Sus temas y preguntas son otras, aunque por el tono de comedia desperdicia varios de ellos ¿Y si tu cantante/banda/actor/escritor favorito no existe? En 1989 la música vivió un debate que no acaba: cuando se descubrió que Milli Vanilli, que ganó un Grammy, eran la fachada de unos músicos invisibles que el productor pensaba que no tenían imagen comercial, el mundo se preguntó ¿eso es válido? Los “auténtico Milli Vanilli” dieron una penosa gira que probó que entre bambalinas les iba mejor, pero el público que había comprado los discos antes de enterarse del engaño ¿ qué había comprado?

Y está la voracidad con la que el público consume estrellas. S1m0ne muestra lo artificiosas que son las películas de Teransky pero cuando las revistas desatan la histeria nadie se detiene a pensar. ¿Es exagerado que una actriz de gesto inhumano y plastificada desate esa histeria? Tal vez, pero ése es el punto. Hace años vi la principal calle de Bogotá bloqueada por una muchedumbre deseosa de ver entrar a su hotel a Samantha Fox, una cantante que nadie recuerda, con un solo “éxito”. Esa parálisis muestra el músculo de los medios y es lo que se ve en S1m0ne.

La película reedita el mito de Pigmalión, el escultor que crea algo tan perfecto que le da vida y su obra lo mata, como en otro ejemplo, Frankenstein (es fama que Miguel Ángel le dio un martillazo a su Moisés en la rodilla y le dijo ¡Habla!). Simone es la posibilidad de reunir en una persona lo mejor de muchas. ¿Qué pasaría si pudiéramos tener alguien hecho de pedacitos y cada pedacito resonara con una persona? Lo demás que tenga o no no importaría. Y eso era Simone: si alguien fuera así ¿de qué tamaño sería su éxito? Posiblemente la película no exageró, se quedó corta por su director novato.


Comentario al margen. La escena inicial muestra a Teransky sacando los dulces de cereza de un paquete surtido, como exigía la diva en su contrato. Esa escena hace referencia a un evento olvidado. El grupo que inventó los supermontajes de los actuales conciertos es Van Halen, que llevó su show de dos camiones de equipo a diez de 18 ejes con una cantidad de demandas técnicas enorme en el contrato entre las que aparecía perdida “habrá un tazón de M&Ms retirando los cafés, so pena de que el concierto pueda ser cancelado y que cualquier daño sea responsabilidad del organizador”.

David Lee Roth, el vocalista, cuenta que siempre que encontraba chocolates cafés sabía que el empresario no había leído el contrato y habría problemas. En un caso extremo, en la Universidad de Colorado armaron el concierto en una cancha de basket con piso de madera, incapaz de aguantar la tarima. Roth, al ver el escenario (que se hundió) encontró tras bambalinas los M&Ms café y, cuál actor shakesperiano empezó “¡Pardiez! ¿Qué habéis puesto ante mí?” mientras destruía los camerinos y sumaba impunemente doce mil dólares a la cuenta. Por esa época dijo que fue muy divertido, supongo que sí.

1 comment:

  1. Hace poco tuve la oportunidad de ver ésta película. Aunque debo admitir que la vi porque éste post me provocó curiosidad. Es curioso que lo plástico llegue a suplantar la realidad.

    Y con respecto a la parte del concierto... quizá no estemos tan lejos: http://www.youtube.com/watch?v=PbcBffdjvUo

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