Tuesday, April 6, 2010

Batman Inicia



Calvin dice en Calvin&Hobbes que lo malo de preguntarle cosas a su mamá es que siempre consigue una respuesta apocalíptica. Como mi mamá.


Como a los 9 años tenía una obsesión por los superhéroes que merecidamente me ganó las burlas de mis amigos, aunque eso lo digo ahora; en ese momento era mortificante. Hacia los 12 era una autoridad en biografía, enemigos, y atributos de personajes como Superman, los de segunda línea como Flash, de tercera como Atom. Por si acaso, incluía a Supertribi, el Super Ratón y Patomás.

Cuando mis amigos empezaron las exploraciones adolescentes pero yo no mi mamá se alarmó. Soy tímido, mi éxito con las mujeres no se parece al de mis arrasadores actuales dos mejores amigos, pero en esa época era un analfabeta social que dibujaba barcos, aviones, fortalezas para superhéroes. Súmenle que era bajito y escuálido; mi mamá despejó la ecuación superhéroes + no come + escuincle – niñas = gravísimo y me llevó a un endocrinólogo… me diagnosticó un tumor y casi me abren la cabeza en Boston. Con cinco centímetros más, cinco kilos más y cinco minutos pensando en alguna niña en vez de Superman, no hubiera conocido EPCOT recién inaugurado, así que tengo razones para aceptar que mi mamá estaba ejerciendo su empleo, amar a los superhéroes y desconfiar de los médicos. Con esos antecedentes vi Batman begins.


Batman en sesenta segundos: Bruce Wayne es hijo de un millonario filántropo; una noche son asaltados y sus padres asesinados. El muchacho jura venganza, se prepara en artes marciales y ciencias forenses y se propone limpiar del crimen a Ciudad Gótica ocultando su identidad, disfrazado de murciélago. Los superpoderes de Batman le vienen de una fortuna ilimitada con la que compra artículos únicos y ejecuta su trabajo protegido por su mayordomo inglés, Alfred Pennyworth. Pero Begins es un estudio de cómo salvar una marca arruinada: es la historia del ascenso, caída y redención de un personaje que pasó de vender un millón de comics semanales a casi ser eliminado.

Luego del éxito de Superman en Action Comics las directivas ordenaron más superhéroes. Batman, la respuesta de Bob Kane apareció en Detective Comics en 1939. Mientras Superman bebió de mitología clásica, Kane se alimentó de los pulp magazines, el cine negro y radionovelas como El Zorro para hacer “el detective más grande del mundo”, pero como debía apuntarle a la gente que compraba Superman, no a Agatha Christie, Kane necesitaba un mundo para su superdetective.

El cine negro y novelistas como Raymond Chandler ya habían mostrado la corrupción que acezaba bajo el sueño americano. A partir de ahí Kane creó una ciudad decadente, inspirada por la depresión de los 1930, donde la gente se volvía asesina para alimentarse y la mafia era rampante. Gotham City está llena de villanos que son un estudio de personalidad de sujetos enloquecidos pero posibles y eso dio credibilidad a Batman, el único auténticamente imposible en el batiuniverso.

Eso fue Batman hasta empezar una mutación en 1957, cuando los directivos, magísteres en mercadeo, ordenaron “renovarlo” porque el público quería ciencia ficción y mandaron a Batman a pelear con marcianos con el resultado esperado: en 1964 las ventas eran menos del 20% de las de 1950 y los mercadotecnistas afirmaron que Batman era caso perdido. Ni pensar que eran ellos y sus ideas los que no servían.

Es lo malo de poner a vender comics a alguien que sabe de administración pero no de comics. La serie se salvó porque Julius Schwartz pidió para ella una oportunidad. Él no esperaba las ventas de los 1940, pero sí recuperar a los fanáticos que habían perdido interés cuando Batman se fue en baticohete a recorrer galaxias. Cuando lo consiguió los de la sala directiva volvieron con otra idea y le dijeron a Schwartz que, no habiendo hecho ni un infeliz focus group, lo suyo fue suerte.


La idea fue hacer una serie para televisión en 1966. De ser un tipo imponente Batman se volvió un tipo más bien bajito, algo pasado de peso y con capa plástica que insinuaba que su homosexualidad eran cierta, para complacer al movimiento gay. La serie tuvo éxito en ambos propósitos: nunca se habían vendido tantos comics y el personaje casi se muere. Los 1970 y 1980 vieron desesperados intentos por devolverle su tono pero el caso parecía perdido; 1985 fue el peor año en ventas. Entonces Frank Miller decidió que para salvarlo había que arreglar sus raíces y revisó la biografía del personaje.


Resultó un Batman sin ética de boy scout. Hasta ese momento sus contradicciones morales habían sido pasadas por alto, al fin y al cabo es una apología de la venganza de un individuo que usa su fortuna para hacer justicia propia. Luego de esta transformación Batman fue un sujeto angustiado, sin muy buena opinión de sí mismo y sólo lo redimía el recuerdo de su padre, un modelo inalcanzable y perdido.

Quitando consideraciones religiosas, desde el punto de vista narrativo, Jesucristo funciona como un superhéroe y sus “años perdidos” causan fascinación. Superman ya se había beneficiado de un personaje alternativo, Superboy, pero no puede haber un “Batiboy” porque resultaría un huérfano traumatizado a partes iguales por no tener padres y las tareas de biología. Pero sí era posible responder ¿de dónde salió Batman? Miller arrancó de ahí, como si no existieran los desafortunados años entre 1957 y 1985.


El público respondió y la consagración llegaría con el Batman de Tim Burton en 1989. Burton, un genio del cine, a veces se engolosina y se vuelve director de arte; al lado de obras estupendas produce meros ejercicios visuales como El planeta de los simios. Batman está entre ambas cosas. Detesté el casting de Michael Keaton y mi odio se volvió fobia cuando en una escena le coge impunemente una teta a Kim Bassinger (no me pidan que le diga “seno” a esa belleza) pero a cambio Jack Nicholson hace un buen Guasón y la enloquecida decadencia art deco de Gotham City le quedó soberbia.

Batman se estaba recuperando, pero faltaba otro golpe, Batman y Robin de 1997. Otra vez los mercadotecnistas casi lo matan: había que darle al público lo que quería: a Arnold Schwarzzenegger, a Robin, incluir alguna mujer, todo en manos de un director como Joel Schumacher, siempre dispuesto a hacerle caso a lo que el público quiere. Resultó un cataclismo y Warner casi cancela la serie para siempre.

La apuesta de Christopher Nolan con Begins fue sencilla pero efectiva: recuperar la estética macabra de Burton sin su preciosismo, pidiéndole al público como había hecho Miller en los comics que olvidara los intentos anteriores y recomenzar la serie, privilegiando la historia, que fue más bien débil en 1989. Begins son “los años perdidos”: Batman aprende a ser ninja en Bután (el sucesor de moda del Tíbet); Gotham City es más decadente que nunca y Wayne Manor es la Mentmore Towers de Inglaterra, la cual Nolan “incendia” hasta los cimientos. Es la más reciente recuperación de Batman, quiera Dios hacerle el favor de mantener lejos a sus archienemigos, la gente de marketing, ante los que el pobre está indefenso

2 comments:

  1. Interesante, me gustan las historias de superheroes, pues creo que soy algo asi como un geek, pero tu articulo devela lo que ha sido el trasbambalinas del fracaso del Caballero de la Noche años tras años. Esperemos que en una tercera edición de la pelicula de Batman no se pierda lo que se ha ido recuperando....

    ReplyDelete
  2. Me gusta el paralelo que hace entre la historia del cómic y la de la saga de cine. Ambas sufrieron una merecida revisión y el universo de Batman se posiciona actualmente como uno de los más interesantes (el más, en mi opinión).

    ReplyDelete

About Me

My photo
Follow me in Twitter in english @tarotxp and in spanish @luisftenorio. I have twenty years of experience in senior positions in Human Resources. I received my MBA at Icesi & Tulane University ten years ago. I also love reading tarot and to learn "the dark side" of history